1. Luz azul

Raina y Joshua son una joven pareja que esperan su primer hijo, pero están muy tristes y ansiosos, porque Raina no se siente bien. Joshua teme por la vida de ambos y ha tomado la decisión de bajar al pueblo a pedir ayuda. Son una comunidad que vive en las cuevas que rodean al pueblo. Pertenecen a pueblos sometidos por las guerras y es por eso que son obligados a vivir en las afueras. Estas comunidades son gentes humildes, pero muy fuertes y trabajadoras, y aunque no gozan de todos los derechos como los habitantes del pueblo, no se les niega la ayuda ni el trabajo para subsistir. Los emplean en trabajos y faenas rudas y les pagan una especie de salario.
Cundo Joshua llegó al pueblo su rostro reflejaba la angustia y premura de la ayuda que solicitaba. Por eso el anciano de cara bondadosa que se encontró al entrar lo tranquilizó y le dijo que lo ayudaría, pero primero lo invitó a ver un humilde establo en donde había nacido un niño que era milagroso e iluminado. Era El Rey, El Mesías que esperaba la humanidad. “Pídele a él lo que quieras”.
Ahora, en el lugar que parece mágico, Joshua le pide con los ojos llenos de lágrimas a ese hermoso niño que su niño nazca tan fuerte y saludable como Él. A Joshua en su embeleso le pareció que Él lo miraba y le sonreía.
Ya de regreso, junto con el anciano, se siente más esperanzado y tranquilo. En los habitantes del pueblo también ha ocurrido un milagro. El milagro de la aceptación y amor para todos, y es por eso que a su paso le obsequian toda clase de frutos, comida, golosinas y prendas para que se abriguen él y su familia. Ellos también tenían fe de que el niño y su madre se salvarían. Se sentían alegres y el ambiente era de fiesta. Era una gran noche de estrellas fugaces y una en especial parecía alumbrarles el camino. Cuando llegaron a la cueva todos salieron a recibir a Joshua, alborozados. El bebé había nacido bien y Raina estaba viva. Junto a ella también había dos ancianos parecidos al que había acompañado a Joshua. Los tres irradiaban santidad y nobleza. Una vez cumplida su misión se despidieron de la feliz pareja, no sin antes obsequiarles más regalos y los mejores deseos para el futuro. Muchas lucecitas azules parecían acompañar a estos visitantes cuando se marcharon. ¡Qué curioso! Ellos tomaron el camino del precipicio y cuando Joshua los siguió encontró un sendero de polvo azul hacia el cielo. Raina y Joshua elevaron el niño hacia el cielo, susurrando “gracias”.

2. Recuerdos en azul

Las noches de navidad son mágicas, porque hacen que los recuerdos gratos vuelvan para aliviar las heridas y sembrar amor y agradecimiento . Esos eran los pensamientos de Lita, cuando recortaba guirnaldas azules para decorar su árbol. Ella estaba anciana pero en sus ojos se había quedado congelado el tiempo de la niñez y una sonrisa de bondad. Aunque ya no se podía moverse, se entretenía recortando figuras en papel azul, su color favorito. A pesar de sus manos envejecidas y algo torpes, le estaban quedando muy bien las estrellitas y animalitos recortados. Su eterna sonrisa era de agradecimiento al Creador, por el tiempo y los momentos vividos. Sí, que habían sido muchos; unos buenos y otros malos, pero la sabiduría y experiencia le habían permitido atesorar todos esos conocimientos en ese cofre llamado vida. Como había disfrutado y se había sentido orgullosa de los triunfos de sus seres queridos, los amaba mucho y siempre creyó en ellos con fe ciega. Estaba muy satisfecha, porque pensaba que su vida estaba llena de estrellas azules, que una vez su niñita preciosa le había prometido que le regalaría . Y también porque su niño guapo y fuerte prometió velar y cuidar su frágil ancianidad con tiernas mascotitas que le había dibujado en cada pared, para que no se sintiera sola y la cuidarán cuando él partiera. Ahora era el momento de esperar su regreso junto con todos esos recuerdos azules. Navidad es magia y precisamente todos han venido a colocar las guirnaldas azules en el árbol. Mientras tanto, Lita duerme el sueño eterno con una sonrisa en sus labios.

 

3.Terranos en azul

A partir de este edicto queda prohibido pensar. Los habitantes de Terranos son perfectos, porque son máquinas. Es el año 3050 del tiempo terrestre y se deben seguir los siguientes mandatos para mantener el equilibrio y la vida:

1-Programarse cada mes con muchas actividades, para que no haya tiempo para pensar.

2-Cada seis meses hacer mantenimiento del sistema de información y sincronizarlo con el sistema central.

3- Corregir fallas y debilidades del sistema personal y evitar así comportamientos alterados y erráticos.

4-Someter el sistema lingüístico a monitoreo y evaluación, para evitar sobrecarga de términos y expresiones que distancien a los ciudadanos terranos del estándar de comunicación.

5-Las actividades lúdicas deben estar orientadas a fortalecer la destreza intelectual de los nuevos módulos añadidos en cada núcleo familiar. Las habilidades y destrezas adquiridas serán premiadas con recargas energéticas y de vitalidad. Entre más puntos positivos acumulados significan ascensos en la escala de rangos y puestos sociales.

6-Afianzar el convencimiento y supremacía de unidades vivientes más poderosas que especies biológicas totalmente extinguidas. No somos cibernéticos, pero nuestro sistema de existencia, organización y análisis son mucho más superiores que máquinas creadas en el pasado con el objetivo de ayudar a los habitantes galácticos.

7-No está permitido visitar ningún vertedero de basura espacial. Se consideran estos lugares muy tóxicos y peligrosos. Se puede contaminar el sistema personal y alterar su sincronía. Si se transgrede esta norma todos los miembros del núcleo serán desatomizados y convertidos en polvo cósmico.

Terrus N10 miraba con asombro a su tutor, que les leía a su núcleo familiar los nuevos edictos. Más que temor sentía curiosidad por conocer a fondo el por qué de las prohibiciones. Terrus N10 había creído que esos sitios prohibidos eran lugares fantásticos e interesantes, y además sus tutores Terrus H 50 y Terrus M50 le habían hablado y motivado su curiosidad. Ellos creían que esos lugares eran mágicos. Así que secretamente comienzan a visitarlos y a traer objetos encontrados allí. Traen unos cilindros pequeños que contienen registros y memorias de civilizaciones, de sus costumbres, celebraciones y de libros escritos por ellos. Están sorprendidos porque estos hallazgos son muy significativos y responden a muchos interrogantes y vacíos en el proceso de desarrollo y evolución de la especie. Entienden que toda esta información es la respuesta a la necesidad de sentir y darse cuenta de que se ha negado la existencia de una humanidad que latía en el interior de cada uno. Saber el origen era un deseo más fuerte que el temor a la represión y a la ignorancia colectiva impuesta. Uno de los cilindros contenía recuerdos de ritos y celebraciones religiosas en un tiempo que llamaban navidad. Les emocionó tanto conocer sobre este hecho, que el vocablo fue añadido al vocabulario de palabras claves y se fue transmitiendo poco a poco. Decir navidad era reír, llorar hasta el amanecer. Era mirar al otro con amor, era dar lo mejor de cada uno y sobre todo creer en alguien sin imposiciones, ni temores. Era reconocer la capacidad e importancia de cada uno y prestarse mucha ayuda. Estas nuevas concepciones de vida y apreciaciones del valor grupal e individual cambiaron la manera de pensar sobre el acto de recordar. Este acto no se miró como negativo sino como un renacer y búsqueda de la humanidad.

Ahora, en el año 3050, en el tiempo que sería navidad en tierra ancestral, se decreta desatomizar al núcleo TerraHMN50-10 por introducir ideas destructivas contra lo establecido. Alguien traicionó al núcleo y a la ayuda que ofrecían. Es navidad en el año 2055, Marcus, Martine y Michael son la nueva familia que llegó al vecindario. No los vieron llegar. No saben quiénes son y no recuerdan cuándo llegaron. Sólo están allí.

4. La tregua azul

La bóveda celestial era de un azul oscuro que se podía apreciar por la cantidad de estrellas que la iluminaban. Es víspera de navidad. Noche de deseos y magia en el ambiente. Los corazones se agitan con los recuerdos alegres, tristes o nostálgicos. Una gran estrella fugaz apareció e iluminó más de la cuenta el firmamento durante su raudo y fugaz paso. Tres rostros angustiados la vieron pasar y desde el fondo de sus almas brotaron deseos apremiantes de una ayuda celestial para sus vidas acongojadas.
Margarita, una actriz famosa por su belleza y talento, era una de ellas. Caminaba errática por las calles de su barrio, para tranquilizarse y pensar. Le parecía una paradoja lo que el destino le planteaba ahora a su vida. Famosa y bella era ahora y después sería una moribunda, desfigurada, si aceptaba operarse del tumor que le habían encontrado en la cabeza. Cuando vio pasar la estrella deseó que lo que estaba viviendo no fuese más que una pesadilla.

Dorian también vio la estrella pasar y pidió perdón por todo el sufrimiento causado y por lo que iba a hacer. Era lo mejor, porque su voluntad era más débil que los vicios que la dominaban. Era consciente de que su desaparición sería un alivio. Realmente ya no había nadie que la extrañase y menos que la llorase. Se dirigió con firme determinación al río y se subió a las barandas del puente, dispuesta a tirarse. Pensaba que serían unos segundos de agonía y después la oscuridad.

Manuel recogía botellas en su costal. Vio la estrella azul que pasó fugaz y le trajo recuerdos gratos. Evocó un lejano país, en donde vivían unos niños y una esposa que esperaban su regreso. Manuel era un fugitivo acusado de un crimen que él no había cometido y por no aceptar su sentencia fue deportado. Cada año durante estas fiestas oraba con mucha fe y esperanza, pero sentía que con el paso de los años sus fuerzas se estaban acabando y ahora triste y solitario estaba resignado a morir olvidado en un lugar extranjero. Mirando al cielo oró y recriminó. “Si tu luz es mágica llévame a mi hogar”–dijo. De pronto oyó en la lejanía, hacia el río, un grito angustiado pidiendo ayuda. Manuel corrió hacia allá y encontró a Margarita sosteniendo a otra joven, para que no cayera al río. Entre los dos rescataron a Dorian. Ahora los tres más calmados se miraban y sonreían conscientes de la aventura que habían vivido. Como viejos amigos comenzaron a contarse sus penas y angustias. En su caminar fueron a parar a una banca del parque, que estaba ubicada al frente de un hermoso pesebre. Este estaba lleno de luces titilando. En su centro estaba el nacimiento y Margarita, Dorian y Manuel cual reyes magos, se arrodillaron y ofrecieron a la imagen del niño lo mejor de sus vidas y pidieron por el bienestar de cada uno. Pensaban que este momento era una tregua azul como la esperanza que volvía a nacer en sus corazones. ¡Qué casualidad! Una lucecita del pesebre se desprendió e iluminó la cara del Divino Niño, que parecía sonreírles. ¿Por qué perder la fe? Es navidad, noche de magia y milagros