Tormenta, trumpismo, asalto, Shakespeare: al tirano, mátale antes de nacer–de ser posible

Esto: la acepción del verbo "To storm" que alude al asalto. Aquí estamos. Ya conocemos las metáforas que median entre cuerpos humanos y edificios. Y hemos presenciado, cuando no sufrido, los asaltos. No conviene hacer lecturas al pie de la letra: un cuerpo atormentado no sufre igual que un cuerpo asaltado. Y los edificios resisten a las tormentas: hay pararrayos, hay hormigón. Etcétera. Podemos sugerir que el asalto es una tormenta en el sentido romántico de las artes (estremecedor, ensordecedor, espeluznante)

¿Quién usa estas palabras tan complejas? ¿Quién manipula el potencial poético sin sentir el fuego secreto de estas palabras? Digamos que esta belleza poética tiene tonos para los que hay ciegos. Y sordos.

El camino poético de algunas palabras es largo y complejo. La tormenta es breve; alumbra y deslumbra. Puede ser devastadora pero es fugaz. El asalto produce una conmoción que se expande y se asienta en la experiencia vital. Plaga, peste. Parece que desde siempre hemos sido asaltados por tiranos. Pero este "siempre" también es poético, paradójico, como la idea de un asalto democrático, o de un caos democrático. Poesía y verdad. Paradoja y verdad. Desde el origen germánico de la palabra "storm", pasando por el alemán "Sturm", el holandés "storm" y el inglés "stir"(batir, revolver...) hasta el chiste que se cuenta solo, aquí vamos, junto a Bruto, cuando sugiere qué hacer con Julio César:

«El abuso de la grandeza viene cuando en ella se divorcia la clemencia del poder. A decir verdad, nunca he visto que las pasiones de César dominasen más que su razón; 𝙥𝙚𝙧𝙤 𝙚𝙨 𝙘𝙤𝙨𝙖 𝙨𝙖𝙗𝙞𝙙𝙖 𝙦𝙪𝙚 𝙡𝙖 𝙝𝙪𝙢𝙞𝙡𝙙𝙖𝙙 𝙚𝙨 𝙪𝙣𝙖 𝙚𝙨𝙘𝙖𝙡𝙖 𝙙𝙚 𝙡𝙖 𝙖𝙢𝙗𝙞𝙘𝙞𝙤́𝙣 𝙞𝙣𝙘𝙞𝙥𝙞𝙚𝙣𝙩𝙚, a la que vuelve el rostro el trepador; pero una vez en el peldaño más alto, da entonces la espalda a la escala, tiende la vista a las nubes y desdeña a los humildes escalones que le encumbraron. Igual puede César; luego evitémoslo antes que lo hiciere. Y pues los motivos de queja que tenemos contra él no ofrecen color plausible, visto de quien se trata, démosle esta forma, diciendo que si se aumenta lo que es, surgirán estas y aquellas tiranías; y así, debe considerársele como al huevo de la serpiente, que, incubado, llegaría a ser dañino, como todos los de su especie, 𝙥𝙤𝙧 𝙡𝙤 𝙦𝙪𝙚 𝙚𝙨 𝙛𝙪𝙚𝙧𝙯𝙖 𝙢𝙖𝙩𝙖𝙧𝙡𝙤 𝙚𝙣 𝙚𝙡 𝙘𝙖𝙨𝙘𝙖𝙧𝙤́𝙣 ». (W. Shakespeare. Julio César. Acto II, Escena I)

Vernet
Foto: The Washington Post

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